“Necesitamos proteger ecosistemas marinos del norte y centro de Chile”

Por: Tomás Moggia Cárdenas.

Desde muy joven que Carlos Olavarría se ha sentido cautivado por los mamíferos marinos. Todavía estaba en el colegio cuando recuerda haber sido voluntario de Codeff en un grupo que se llamaba Red de Avistamiento de Cetáceos. Sin embargo, fueron necesarios cuatro largos años estudiando Ingeniería en Obras Civiles para terminar comprendiendo que sus mayores intereses no tenían que ver con las construcciones humanas. Fue así como tras abandonar la ingeniería rápidamente obtuvo el título de biólogo marino en la Universidad de Valparaíso, luego de lo cual realizó su doctorado en ciencias en la Universidad de Auckland, Nueva Zelanda, donde se especializó en ecología molecular de cetáceos.

Carlos Olavarría, director ejecutivo del Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA).
Carlos Olavarría, director ejecutivo del Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA).

Sus estudios y trabajos en Oceanía le permitieron ver el panorama completo. Hoy Olavarría es totalmente consciente que enfrascarse únicamente en la genética de las ballenas jorobadas y otras especies no es suficiente para salvar a los cetáceos. Urge hacer otras cosas. “Hay que seguir avanzando en esas materias, pero lo que necesitamos es influenciar a los tomadores de decisiones. Es hacia allá donde tiene que apuntar la ciencia para que adquiera mayor protagonismo en el momento en que los políticos tomen decisiones sobre el desarrollo del país”, sostiene el hoy director ejecutivo del Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA), desde donde abrió el espacio para realizar investigaciones en torno a sitios clave para la biodiversidad marina, como el Archipiélago de Humboldt.

Su interés por proporcionar de la mejor información científica a los tomadores de decisiones, ya sea a nivel local, regional o nacional, lo ha llevado a participar en diversas instancias, entre ellas el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación que asesora al presidente. Carlos Olavarría también fue uno de los especialistas chilenos que recientemente participó en un taller del Grupo de Trabajo sobre Áreas Protegidas para Mamíferos Marinos (Marine Mammal Protected Areas Task Force) que definió 36 áreas relevantes para la conservación de mamíferos marinos en el Océano Pacífico tropical y templado sudoriental, que va desde el norte de México hasta el extremo sur de Chile.

Olavarría, junto a un acotado pero diverso grupo de científicos y científicas nacionales, trabajó en una propuesta con alrededor de 50 sitios considerados importantes. Tras un proceso de discusión que pasó por dos filtros, con la participación de pares latinoamericanos y un panel experto que tomó la decisión final, se optó por designar 14 áreas relevantes en Chile para la conservación de mamíferos marinos. Las Áreas Importantes para los Mamíferos Marinos (IMMAs, por sus siglas en inglés) se definen como porciones acotadas de hábitat (aunque en algunos casos pueden abarcar grandes extensiones) relevantes para las especies de mamíferos marinos, y que tienen el potencial de ser delimitadas y gestionadas para su conservación. Estas zonas también deben cumplir otros criterios, como incluir especies que cumplan ciclos biológicos relevantes allí, ya sea reproducción, alimentación o migración.

Así fue como se identificaron áreas como Juan Fernández, el Golfo de Arauco, el Canal del Chacao e Isla Guamblin, el Canal Magdalena-Puyuhuapi, el Golfo de Penas, el Golfo Almirante Montt, y el Estrecho de Magallanes, por mencionar algunas. De todas ellas, Carlos Olavarría aguarda expectante por la protección de un sitio que conoce bien y que destaca por su alta biodiversidad: el Archipiélago de Humboldt, área de reproducción de varios organismos, y de alimentación de especies como las ballenas azules y las ballenas fin.

“Este trabajo de designar Áreas Importantes para los Mamíferos Marinos le da mucho más peso”, sostiene ante la pronta creación del Área Marina Costera Protegida de Múltiple Uso (AMCP – MU) en el Archipiélago de Humboldt. Sin embargo, hay otras zonas identificadas por el Grupo de Trabajo sobre Áreas Protegidas para Mamíferos Marinos, como todo el sector centro norte de Chile de la Corriente de Humboldt que, al ser tan grande, será difícil de proteger, pese a que es clave para la migración de muchos cetáceos. Aun así, Olavarría confía que este trabajo permitirá influenciar a los tomadores de decisiones. “Hay un sustento científico, biológico y ecológico para esas áreas, y eso da mucho más sustento porque la ciencia ahora tiene mucha credibilidad en la sociedad. Necesitamos que esta sea una herramienta que sea utilizada por los gobiernos”, explica el biólogo marino.

¿Cómo pueden dialogar esas áreas que fueron designadas en Chile con esta meta del 30×30 (30% de protección de la Tierra al 2030) que el país suscribió en la reciente Conferencia sobre Diversidad Biológica de la ONU (COP15)?

Cómo haremos eso para la zona centro-norte y sur de Chile, donde no hay nada protegido, es un gran desafío. El país ha hecho un trabajo súper valioso, con poco menos del 50% de las aguas territoriales chilenas protegidas, que está super bien. Pero en la práctica, en los lugares que necesitamos proteger hay muchos actores y es difícil hacerlos conversar. Con toda la zona centro, norte y sur va a ser difícil. No sé cómo lograrán hacerlo en esos territorios donde menos del 1% está protegido.

¿Y cuál es el desafío para el extremo sur del país?

En la parte austral de Chile, el gran desafío va a ser compatibilizar estas áreas que se identificaron con el uso acuícola, con la industria salmonera y los cultivos marinos. Los objetos de conservación ahí son los delfines chilenos, delfines australes, marsopas espinosas, que son animales muy costeros que han sido desplazados porque no pueden coexistir con esa industria, han sido expulsados de muchas áreas que son importantes para ellos. Pero también Rodrigo Hucke ha demostrado bastante bien el efecto que tiene el tráfico de embarcaciones asociadas a la acuicultura en los movimientos de las ballenas azules. Ahí va a haber un desafío bien importante en torno a cómo transitar hacia una protección, que quizá no va a ir muy relacionado con el establecimiento de áreas protegidas, sino que a lo mejor va a seguir un ejemplo como el de Mejillones, que ha sido bien exitoso. Fue muy local, y lograron un acuerdo con todos los barcos que entran y salen para bajar la velocidad. Es increíble. Se ha visto con puertos como Auckland, que es uno de los principales puertos de Oceanía, que tenía muchos problemas con la colisión de barcos con ballenas, porque los barcos llegaban rajados y paraban muy cerca del puerto, y allí acordaron bajar la velocidad y se detuvo toda mortalidad asociada con barcos. 5 nudos, nada más. Y eso lo lograron en Mejillones, poniéndose de acuerdo los locales. Quizá en el sur eso también podría implementarse en lugar de darle tanto esfuerzo a las áreas protegidas, porque en esa zona el tráfico es gigantesco, las lanchas son súper rápidas, y hay muchos efectos asociados con las embarcaciones, y no solo letales, sino que también hay muchos casos de ballenas marcadas por las hélices. De todas maneras, las áreas marinas protegidas han demostrado ser una muy buena herramienta de conservación, entonces hay que seguir avanzando en ese frente, pero para la conservación de los cetáceos también hay que buscar otras herramientas.

¿Y cómo avanzar frente a una industria salmonera que incluso tiene operaciones dentro de las mismas áreas protegidas?

Eso lo veo bien difícil, porque requiere que los gobiernos de turno estén alineados y entiendan esa situación. El gobierno de ahora debería estar un poco más sensible a este tipo de problemas, pero hay veces que tengo mis dudas porque es una industria que está muy establecida. Si estuviera partiendo a lo mejor sería más fácil, y también están muy establecidas sus influencias políticas, entonces es difícil pelear contra un gremio así, es como irse contra la gran minería. Acá creo que van a ser peleas más locales y quizá a través de los propios gobiernos regionales, sobre todo de la región de Magallanes y un poco la de Aysén, sea posible transitar hacia una protección un poco mayor. Creo que van a tener que haber concesiones en términos de bajo qué condiciones se puede realizar acuicultura, qué bahías van a ser las que se van a permitir y cuáles no, y por eso es importante ir identificando estas bahías o sectores para insumar estos ejercicios de zonificación. Y a lo mejor sectores del ecosistema o de la bahía que sean mucho más aireadas o aguados, que tenga un mayor flujo de agua y no afecte tanto a los fondos marinos, deberían ser más para la acuicultura, pero otros lugares, como Almirante Montt, no debiera permitirse, y ahí ya está metida la industria pese a que está la única colonia de elefantes marinos que está presente en Chile continental. Hay que dejar lugares establecidos en los que no se puede, y eso cuesta porque hay harta presión. Pero hay que seguir haciendo el intento porque se requieren muchas voluntades. Quizá el proceso de regionalización o descentralización, en el que se le están dando cada vez más atribuciones a los gobiernos regionales, pueda tener un mayor efecto, pero todavía estamos en pañales porque los gobiernos regionales no inciden en los procesos de evaluación de impacto ambiental, solo al final cuando hay que hacer la última votación, y si es que se llega a eso.

¿Qué otras amenazas principales enfrentan los mamíferos marinos en Chile, en particular en estas áreas que designaron?

El tráfico marítimo también es importante, y de toda escala, desde embarcaciones pequeñas a embarcaciones grandes. En Magallanes los barcos grandes que pasan del Atlántico al Pacífico a través del Estrecho de Magallanes representan una amenaza tanto por el efecto mecánico de que puedan pegar, como también por el ruido marino asociado. En la isla Chañaral estamos haciendo estudios hidroacústicos para poder establecer el impacto del sonido de las embarcaciones pequeñas en las ballenas. Cuando uno está bajo el agua buceando y pasa un bote el sonido del motor es realmente fuerte, y estos animales descansan mucho más en la comunicación a través de claves acústicas, entonces uno podría pensar que les afecta mucho más. A las ballenas fin les estamos poniendo unos transmisores en la piel para registrar sus buceos, y se ha visto que durante el día bucean bien profundo y en la noche se mantienen mucho más en la superficie, por lo que en la noche son más vulnerables a choques con embarcaciones. Ese comportamiento está asociado con el krill, que durante el día baja a mayor profundidad, y en la noche sube, entonces las ballenas bucean de acuerdo a dónde está la comida. Esos sensores además tienen un hidrófono, por lo que también registramos el sonido que recibe una ballena en particular, y estamos tratando de entender cuánto, en términos de decibeles, está recibiendo esa ballena, como para poder modelar ese efecto que le pueda estar causando tres o cuatro embarcaciones pequeñas. Estos animales se quedan mucho tiempo en estos lugares, entonces si se queda una semana probablemente en verano tendrá estos botes todo el rato encima. Y también hay otras problemáticas y amenazas asociadas a proyectos a gran escala, como megapuertos y desaladoras, cuyo efecto todavía está en pañales para poder entenderlo. Y si pensamos en los chungungos, que también son mamíferos marinos, si Dominga se instala en Cruz Grande, creo que las colonias de chungungos se van a ir o morir, así de sencillo, porque son súper sensibles al tráfico y la utilización de la zona costera. Hay veces que no es letal el efecto, pero desplaza animales.

Se definieron 14 áreas en Chile de un total de 36 para el Océano Pacífico tropical y templado sudoriental, ¿qué hace que nuestro país albergue casi la mitad?

Chile a lo largo de toda su costa es muy diverso, ya desde la Corriente Subantártica que choca con Sudamérica, una rama se va para abajo al sector de canales y otra rama va para arriba y forma la Corriente de Humboldt, ahí ya tienes dos cosas que son muy distintivas. Todo el ecosistema de canales tiene su propia dinámica, en parte también por el efecto que tienen los deshielos, tanto de masas de hielo como del agua que va escurriendo y que trae sedimentos, y que van estructurando el medio ambiente marino en los canales de una manera muy distinta, que no existe en todo el resto de Latinoamérica. Esa es una diferencia muy grande. Y eso hace que haya utilización por parte de mamíferos marino en distintas áreas que son importantes para reproducción, alimentación y migración, aunque esta es mucho más oceánica. Y desde la zona borde sur-austral hacia el norte, empiezan a tener mayor importancia los procesos de surgencia, y hay cuatro lugares principales donde debido a los fuertes vientos locales, junto con estas características de punta del continente, incentivan estos procesos de surgencia en los que sube el agua desde el fondo hasta arriba con nutrientes que no han sido utilizados por las microalgas y algas, entonces empieza a generar estos bloom de microalgas, y después bloom de krill… El Archipiélago de Humboldt tiene esa característica de estar fuertemente influenciado por la surgencia, y además por las mismas islas. No es casualidad tener tantos organismos, y si ahora (en diciembre) vas está lleno de ballenas, se ve el agua café con estas afloraciones de microalgas y manchones rojos de krill. Los procesos oceanográficos a lo largo de la costa, y en varios lugares puntuales, hace que tengas estos procesos asociados más con la biología de los animales, que pasan tiempo ahí comiendo o reproduciéndose. Y a nivel más oceánico, Juan Fernández sigue siendo un lugar increíble en términos de biodiversidad y poco uso al no haber tantas personas. Ahí tienes una isla que es casi la única colonia de reproducción de lobo fino de Juan Fernández, y tienen comida alrededor, porque no hay sobrepesca. La langosta es el producto principal de pesca y ha sido un súper buen modelo de manejo. Esas son las características que hacen que en Chile hayamos identificado tantas áreas distintas de protección. Consideramos muchas más, pero no cumplen todavía esos criterios más a nivel local.

¿Cuáles, a tu juicio, son las zonas críticas para conservar dentro de estas 14 Áreas Importantes para los Mamíferos Marinos?

Si hubiera que priorizar, sigo pensando que como necesitamos proteger ecosistemas marinos del norte y centro de Chile, el Archipiélago de Humboldt debería tener prioridad. Ya están muy reconocidas las características del sector en sí, pero además está súper claro el beneficio que tiene para las distintas comunidades locales, y las caletas han cambiado en muchos casos para bien, como Caleta Chañaral, Punta de Choros, y hay otras que todavía les falta para meterse en este desarrollo, como Chungungo y Totoralillo, con una vocación más turística, que es sustentable si es que se hace bien. Además, así el beneficio llega directamente a las personas que viven ahí. Tienen que haber más desarrollos para las personas que viven en los territorios, y esta actividad ha servido mucho. He visto a los pescadores y van creciendo en su mismo negocio, les está yendo bien y se vuelven protectores del océano y el medioambiente. Es otro cambio. Ahora además tenemos la decisión de Atacama y Coquimbo de proponer esta Área Marina Costera Protegida de Múltiples Usos, que no es solamente para ballenas y delfines, sino que para todo el ecosistema, y eso va a ser bien importante.

También habría que priorizar el Estrecho de Magallanes. Ahí suceden varios procesos, son al menos dos o tres cuerpos de agua. Al medio, en el sector este de Punta Arenas, se puede ver una separación entre lo que pasa más hacia el Atlántico o hacia el Pacífico, y eso hace que también haya distintas especies que vivan ahí. Las toninas overas las tienes por el lado Atlántico, las ballenas jorobadas principalmente en la parte que da al Pacífico, y las ballenas sei están principalmente en ese sector frente a Punta Arenas, y los elefantes marinos tienen una colonia ahí también. Está sectorizado el lugar, por eso acá en este ejercicio no quedó como un área grande, sino que se identificaron cada una de las áreas con distintos usos y especies. Ese lugar, debido a que también hay una fuerte utilización de tráfico marítimo, creo que también necesita mayor ojo. Es bien rico y biodiverso, pero tiene serios problemas de uso del hábitat de estos animales. Ese debería ser otro lugar que debería recibir protección. Una muy alta vocación de la región de Magallanes es área protegida, y ahora hay que ponerle más ojo al ambiente marino. Se está trabajando para que las áreas terrestres que incluyan canales tengan espejos de conservación en el mar, y necesitamos que ese asunto se formalice.

 

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