“Chile es un país extractivista de las poblaciones naturales de algas, a diferencia de lo que ocurre en Asia y en otros países”

Por: Tomás Moggia Cárdenas

Desde su infancia en Antofagasta Loretto Contreras Porcia siempre tuvo un estrecho vínculo con el mar. Sin embargo, recién fue en su doctorado en Ciencias Biológicas, Mención Genética Molecular y Microbiología, que se interiorizó en el mundo de las algas. Desde su propia vereda, comenzó a intentar responder las mismas preguntas que los ecólogos se hacían, intentando así arrojar un poco de luz -pero sobre todo ciencia- en un ámbito en el que incluso hoy se conoce muy poco.

Loretto Contreras Porcia es investigadora del Instituto Milenio SECOS y la Universidad Andrés Bello.
Loretto Contreras Porcia es investigadora del Instituto Milenio SECOS y la Universidad Andrés Bello.

Parte del trabajo de su tesis doctoral involucró el trasplante de algas, y todavía recuerda ese poco sustentable sistema de anclaje utilizado en el marco de su investigación, que implicó el uso de plástico y de brocas para taladrar la roca. “Pasaron más de 15 años y realmente no hay técnicas de repoblamiento sustentables 100% con el medio ambiente, ni en Chile ni en el mundo”, sostiene Loretto.

Las algas cumplen funciones esenciales. No solo prestan servicios como fuente de alimento y como sostenedoras de la biodiversidad marina y costera, sino que también producen oxígeno y absorben CO2, jugando un rol clave en la mitigación de los efectos del cambio climático y las consecuencias de la acidificación de los océanos. Las algas también son importantes filtros naturales para la retención de agentes contaminantes, y los denominados “bosques azules” de la costa contribuyen a amortiguar el impacto de tormentas y marejadas.

Tanto las algas rojas como las pardas sostienen actividades productivas y de subsistencia de cientos de comunidades de pescadores, pescadoras y recolectores de orilla en la costa de Chile para la elaboración de agar, carragenanos y alginatos, que son utilizados en diversas industrias, desde la alimentaria hasta la cosmética. Nuestro país lidera la comercialización de biomasa de algas no cultivadas y es el principal productor desde 2015. Sin embargo, la gran mayoría de la extracción de algas se efectúa desde praderas naturales, para luego ser exportadas como materia prima sin mayor valor agregado. Solo una pequeña parte es cultivada, principalmente con la especie Gracilaria chilensis, comúnmente conocida como pelillo.

Fue en parte la inexistencia de una técnica de repoblamiento de algas masiva, sencilla de aplicar y amigable con el ambiente lo que motivó a Loretto Contreras Porcia, Cristian Bulboa y a un grupo de científicos y científicas agrupados bajo el alero del Instituto Milenio SECOS para realizar un estudio que contempló un análisis histórico que buscó identificar las principales estrategias que se han implementado en el país para la recuperación de las poblaciones algales en los últimos 27 años.

Para ello se revisaron los desafíos tecnológicos y ambientales, procesos y resultados tanto en Chile como en otros países. El estudio también entrega recomendaciones para escalar los esfuerzos que apunten a restaurar los bosques de algas e impulsar una acuicultura sostenible.

“El problema es bien grave: en 27 años no hay más allá de cinco o seis especies en las cuales se ha probado el repoblamiento, y se ha probado con la mirada del científico que trata de solucionar algo con recursos limitados y con proyectos que terminan”, sostiene Loretto, agregando que lamentablemente en términos estrictos en nuestro país “no está la mirada puesta en la restauración”. A su juicio, urge, entre otras cosas, conocer más sobre los ciclos de vida de las algas e investigar sobre nuevos métodos de repoblamiento para un mayor número de especies.

¿Dentro del estudio pudieron determinar cuáles estrategias de repoblamiento de algas han sido más efectivas y las razones detrás de eso?

Creo que ninguna es 100% efectiva. Aun cuando se han publicado diversas técnicas, no son masificables y 100% sustentables. Entre las algas, las kelps son fáciles de manejar, y algas submareales como Macrocystis pyrifera en general, podrían resultar efectivas las innovaciones en restauración. Aunque puedan nacer técnicas adecuadas, es importante considerar el monitoreo de éstas, y esto además requiere vigilancia; que no sean extraídas, por ejemplo, de manera ilegal. Otro tema importante de considerar es el uso de plástico, como el utilizado con Lessonia; aunque resulta el proceso de crecimiento del alga bajo el sistema implementado, no es viable en términos de que sea masificable y tampoco amigable con el medio ambiente. En general, podemos entender que las técnicas han nacido bajo aleros de investigación por un proyecto en particular, sin embargo, ¿cómo enfrentamos el uso de estas innovaciones por parte de los pescadores? Por otra parte, ¿cuáles acciones se requieren para que los pescadores tengan hatchery para la generación de plántulas a usar en el repoblamiento? Y además, ¿cuál es el incentivo para ellos a corto y mediano plazo? Creo que lo mejor que puede ofrecer Chile es contar con centros que estén al servicio de esta problemática y que el Estado se dé cuenta y genere recursos para trabajar con los pescadores.

Con el Instituto Milenio SECOS estamos pidiendo los permisos para generar acciones de repoblamiento de algas en Horcón, que es un sitio en el que he trabajado por 7 años. Esperemos que SUBPESCA responda de manera positiva con estos permisos y así empezar con los pescadores a realizar estas acciones de repoblamiento con la mirada de la recuperación de las poblaciones de kelps. La idea es que tengamos al menos 2 o 3 años de monitoreo, además de capacitar a los pescadores. Tenemos que tratar de capturar fondos, por ejemplo, a través de fondos concursables, o empresas que tengan la visión de recuperar el medio ambiente.

¿Qué efectos tuvo la ley 20.925 en torno al repoblamiento y cultivo de algas?

En realidad, no es fácil entender qué ha pasado. No hay un estímulo mayor. También hay un problema de la madurez y la gestión que tienen las organizaciones de pescadores para postular a las iniciativas de cultivo y repoblamiento. Creo que falta un trabajo que analice en profundidad lo que está ocurriendo con la ley para que los tomadores de decisiones mejoren e incentiven el proceso. Pero en nuestra revisión inicial, esta ley no ha sido efectiva en un 100% a lo largo del país.

¿Se quedó en buenas intenciones y en la práctica no significó un aporte real acorde al espíritu de la ley?

Yo creo que sí. Falta un mayor apoyo a los pescadores por parte del Estado para generar incentivos desde un principio a las organizaciones que requieran la solicitud de acciones de repoblamiento. Los pescadores requieren vivir de estos recursos, necesitan abastecerse para logar con éxito estas acciones, ¿pero todas las algas permitirán una retribución económica al final del proceso de repoblamiento? En general, la utilización de la ley ha sido para el cultivo de Gracilaria chilensis, el pelillo, que es un alga muy importante en nuestro país y a nivel mundial. El mayor porcentaje de cultivo de esta especie está en la isla Grande de Chiloé, desde donde se obtienen las mayores exportaciones. Pero los esfuerzos para repoblamiento, tal como lo indicamos en nuestro trabajo publicado en Frontiers in Marine Science, son mínimos en comparación al cultivo de algas.

¿Y qué se requiere para empezar a escalar la restauración de las algas?

Yo creo que más mesas de análisis no se necesitan. Acá hay un diagnóstico bien claro en Chile. Diversos investigadores e investigadoras han interpretado lo que pasa en nuestro país hace bastantes años; Chile es un país extractivista de las poblaciones naturales de algas, a diferencia de lo que ocurre en Asia y en otros países. Se necesita entonces que las autoridades vean la importancia de tener fondos para generar semillas de algas, tal como lo ha subrayado mi colega Cristian Bulboa por mucho tiempo, e iniciar donde corresponda acciones claras de restauración, para que conjuntamente con los pescadores seamos los motores en esta transición del extractivismo al cultivo y a la restauración de las poblaciones de algas. Además, es importante que los gremios de pescadores se modernicen hacia la mirada a otros recursos como son las algas, y que tengan una mayor gestión en sus Áreas de Manejo.

¿Se hace imperativo avanzar hacia una regulación más estricta, que se haga cargo del tema de la extracción de algas dado que se estima que el 80% es ilegal?

Desconozco hoy en día el porcentaje que me señalas. Pero lo que es claro es que se requiere una regulación en toda la cadena de entrega de la biomasa de algas hasta cuando sale de Chile en la última puerta de regulación. Por ejemplo, las empresas son una parte importante de esta cadena, donde siempre deben chequear de donde proviene la biomasa. Las empresas deben también preocuparse de la restauración de los bosques de algas. Otro ejemplo: sin algas no hay agar, el cual se usa para alimentos y biotecnología. Si es que las empresas no dan 100% apoyo, por ejemplo, en las iniciativas de cultivo y repoblamiento, creo que vamos a estar dando vueltas en el mismo problema: la pérdida de nuestras algas y bosques marinos. Finalmente, el Estado es el pilar fundamental para que en esta cadena de cultivo, repoblamiento, uso y venta; fiscalice y apoye a quienes están involucrados en esta problemática. El apoyo no es solo fiscalizar, sino que también entregar fondos económicos de apoyo, incentivos y para I+D+i.

¿Qué oportunidades ofrecen las Áreas de Manejo y Explotación de Recursos Bentónicos (AMERB) para desarrollar programas de repoblamiento, es la figura idónea?

Es la figura idónea porque los pescadores pueden postular a través de la ley (de repoblamiento), lo que lo hace más directo. Los pescadores son responsables de sus Áreas de Manejo y, por tanto, las acciones deben ocurrir con estas organizaciones. Sin embargo, a estas organizaciones les falta más robustez, la cual debe venir por el apoyo del Estado, tal como ocurre para estas organizaciones en Europa o Asia.

Otra de las conclusiones del estudio es la importancia de avanzar hacia una acuicultura de algas en vez de seguir depredando las poblaciones naturales.

Es uno de los caminos. Chile debe caminar hacia los cultivos, pero con alta seriedad. Este análisis de la ley que hemos conversado es muy importante hacerlo porque de ahí van a salir las brechas, o lo positivo que está ocurriendo con la ley, y así poder mejorarla para que los cultivos realmente sean un logro en nuestro país. Hay que motivar a las empresas y a las Áreas de Manejo para que empiecen a cultivar con nuevas tecnologías y abrirse a otras especies de algas que tienen mercado. Pero nuevamente, es importante que todos los involucrados participen de estas acciones por el bien de nuestra costa, por la mantención principalmente de los bosques de algas.

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