“Creo que somos los primeros en Chile en establecer una ruta efectiva para disminuir el riesgo de colisión con ballenas”

Si hay una película que marcó la vida de Ana María García Cegarra fue “Orca, la ballena asesina”. Recuerda que de niña solía verla una y otra vez en el computador de su padre, y quizá en parte por eso terminó estudiando Ciencias del Mar en la Universidad de Cádiz, en España. Sin embargo, tuvo que abandonar su tierra natal para comenzar sus estudios sobre cetáceos, y fue en 2014 que llegó a Chile para realizar su doctorado en la Universidad de Antofagasta.

Uno de los capítulos de su tesis doctoral buscaba determinar si en Mejillones el tráfico marítimo presentaba riesgo de colisión con ballenas. Paradójicamente, esa investigación no pudo realizarla sobre una embarcación desde el mar que tanto ama. Por un tema netamente económico, se vio obligada a subir cerro arriba en cada salida a terreno, cargando una estación total como la que utilizan los geomensores para medir distancias. Así, Ana María García podía obtener la posición geográfica de las ballenas y de prácticamente todo lo que se movía en la bahía, incluyendo buques y lanchas de pesca, sin la necesidad de estar en el agua.

Ana María García Cegarra es académica de la U. de Antofagasta e investigadora de CIFAMAC.
Ana María García Cegarra es académica de la U. de Antofagasta e investigadora de CIFAMAC.

Esa experiencia en terreno le permitió relacionarse con un grupo de pescadores artesanales que recién comenzaba a promover el turismo de observación de cetáceos en la zona, y al poco tiempo se unieron junto a otros científicos y científicas para crear el Centro de Investigación de Fauna Marina y Avistamiento de Cetáceos (CIFAMAC), una ONG sin fines de lucro cuyo fin es promover la conservación de la fauna marina de Mejillones, con fuerte énfasis en investigación científica y turismo sostenible.

Son varios los factores que se conjugan para convertir a la península de Mejillones en un lugar especial para los cetáceos, entre ellos que se trata de una porción de tierra (la más ancha de Chile si solo se toma en cuenta el territorio continental) que se adentra hacia el mar, cerca de las profundidades de la fosa de Atacama. La presencia de la corriente de Humboldt también juega un rol clave. Pero quizá más importante todavía sean los procesos de surgencias, afloramientos de agua profunda y fría, rica en nutrientes y oxígeno, y que con la ayuda del sol permite que proliferen organismos fotosintéticos como microalgas y fitoplancton, siendo éste último el que alimenta a toda la cadena trófica: desde zooplancton, krill y anchoveta a consumidores secundarios como ballenas y delfines, teniendo como depredador tope a la orca. A Mejillones todos y todas llegan a darse un festín.

“Es una zona importante de alimentación. Tenemos puntos de surgencias muy focalizados, más relevante en otoño, pero la surgencia está todo el año, así que la presencia de alimento principalmente es lo que favorece la presencia de delfines, ballenas y marsopas”, explica la investigadora de CIFAMAC.

Hoy, Ana María García trabaja como académica en la Universidad de Antofagasta, y sus estudios condujeron a que recientemente se firmara un acuerdo entre la Gobernación Marítima de Antofagasta, la Ilustre Municipalidad de Mejillones, la Asociación de Industriales de Mejillones y CIFAMAC. Se trata de un inédito código voluntario que regula las operaciones de las embarcaciones mayores en la bahía de Mejillones, un reglamento cuyo objetivo principal es evitar la colisión con ballenas en una zona que posee nueve terminales portuarios y donde transitan más de mil buques al año.

¿Dentro de tu trabajo de tesis siempre estuvo presente la idea de concretar esta medida?

No, porque el objetivo era publicar un artículo científico con mis resultados. Y yo siempre digo que los investigadores estamos como de la oficina o del laboratorio hacia adentro, y lo que nos cuesta es salir. Pero gracias a CIFAMAC uno puede salir, una organización sin fines de lucro te da la salida para hacer difusión para la gente y los niños. Y el objetivo final, que es como un sueño, es que esto quede en un reglamento, pero no fue así. Desde que se publicó el artículo hasta que salió el código voluntario pasaron varios años. Lo que sirvió como detonante fue la primera muerte de una ballena por colisión, porque mi tesis decía que era posible que sucediera, pero nunca había pasado, hasta el 2020, con la primera ballena muerta. Ese fue el detonante para decir que tenemos una ballena muerta en la puerta de casa y hay que hacer algo para evitar que esto pase, porque va a seguir pasando. Ahí nos pusimos a trabajar y a buscar ayuda en el extranjero, sobre todo para ver la mejor estrategia para llegar a la industria, la municipalidad y la autoridad marítima. Una estrategia a seguir para que a ellos les importara y lo cumplieran.

¿Y cómo fue ese proceso de elaboración del código para lograr el involucramiento y compromiso real de todas las partes, sobre todo la industria marítimo-portuaria y la minera, que también tiene alta presencia ahí?

Una persona me contactó con Michael Fishbach, de la Great Whale Conservancy, y él trabajaba con un capitán de marina mercante de Bélgica que había estado en Mejillones. Conocía la bahía y me dijo que no sabía que había ballenas. Me aseguró que ningún capitán de buque mercante quiere matar ballenas, pero no saben dónde están ni cómo evitarlas. Así que me ayudó a crear este mapa con todas las posiciones que ya teníamos tras cinco años de estudio de ballenas y su distribución, y con eso creamos la ruta que mejor favorecía el no encontrarse con ballenas. También nos reunimos con el alcalde de Mejillones, Marcelino Carvajal. De ahí vino también Philip Hamilton a apoyar y pudimos crear una reunión con todas las industrias, contarles sobre la problemática, y ellos se sumaron a esta iniciativa y también confirmaron que tampoco querían matar ballenas. Y justo en esa época tuvimos como siete ballenas muertas en la península de Mejillones, algunas por colisión, otras por enmalle, pero como en un periodo de dos años, así que fue demasiado trágico y todos nos pusimos la camiseta e hicimos algo para evitar que siga sucediendo, para tratar de disminuir la mortalidad de las ballenas.

Y resultó ser un acuerdo inédito en Chile…

Algunas organizaciones han intentado algo en el golfo Corcovado, pero no habían propuesto un código de conducta o de navegación voluntario, así que sí, somos los primeros en Chile, y casi en el mundo, porque normalmente las rutas marítimas las determina la Organización Marítima Internacional, y son obligatorias, tienen que pasar por ahí los buques por intereses económicos y de navegación. Creo que somos los primeros en Chile en establecer algo que es voluntario y que es una ruta efectiva para disminuir el riesgo de colisión con ballenas. Espero que más países lo sigan, yo sé que la Great Whale Conservancy está haciendo un gran esfuerzo para replicar esto en otros lugares del planeta.

¿Y cuáles son los elementos clave que contempla este código de navegación?

Principalmente la zona por donde deben pasar los buques, que debe evitar donde hay mayor densidad de ballenas, y deben pasar la isóbata de los 200 metros de profundidad durante el mínimo tiempo posible. También deben disminuir la velocidad de navegación a menos de 10 nudos. Se ha estudiado que cuando el buque o bote pasa los 10 nudos, hay riesgo de colisión, y cuando navega a más de 14 nudos provoca la muerte del animal. Entonces, el código disminuye la velocidad y delimita la zona aconsejable para navegar.

¿La idea es no dejar una ruta fija e inmutable, sino que pueda ir ajustándose cada cierto tiempo acorde al movimiento de las ballenas y sus fuentes de alimentación?

Ante el actual escenario de cambio climático y de pérdida de los recursos debido a la sobrepesca, quién sabe dónde se moverá el alimento y dónde tengan que moverse ellas. Por ejemplo, ahora las ballenas jorobadas se están alimentando aquí de anchoveta súper cerca de la orilla, y hemos tenido muchas causas de enmalle en cabos, en redes, incluso estas redes que delimitan la zona de baño en las playas. La idea es ahora hacer el monitoreo para determinar si la ruta es efectiva, y si realmente disminuyen las muertes. Además, queremos determinar si es que no hay encuentros cercanos con ballenas, y dónde se están alimentando y moviendo. Y en un futuro, si es necesario cambiarla, se puede cambiar y de nuevo hacer este decreto de lo que es aconsejable. Comenzaremos este año 2023 con los monitoreos y al menos por dos años vamos a monitorear la navegación de los buques, si se está cumpliendo o no, y dónde se distribuyen las ballenas, cuál es su preferencia de hábitat.

¿Y en cuanto a las especies que habitan allí, hay algunas que sean residentes en Mejillones?

La ballena de aleta supuestamente debe emigrar desde Antártica, que es donde se alimenta, hasta donde se reproduce y tiene sus crías (no se sabe dónde) y aquí la estamos viendo todo el año. Tenemos una recaptura (reavistamiento) que es intranual, lo que quiere decir que la ballena llega en diciembre y la podemos ver desde diciembre hasta agosto. No me atrevo a decir que sea una población residente, creo que es residente del norte de Chile, y no todos los individuos serán residentes, solo algunos. Y del norte de Chile me puedo referir desde Chañaral de Aceituno hasta Iquique. Luego, la ballena jorobada para a alimentarse y se puede quedar por semanas o meses, pero ellas se alimentan en aguas frías y se reproducen en aguas cálidas. Pero ahora parece que está cambiando o los individuos jóvenes no están haciendo esta ruta porque no son sexualmente maduros, entonces no necesitan ir a reproducirse a aguas cálidas, y por eso parece que pasan meses aquí alimentándose. Tenemos recapturas de hasta cinco meses, jóvenes ballenas jorobadas alimentándose en esta zona. Así que sobre si es una zona de residentes o no, es complicada la pregunta, pero todo apunta a que se quedan varios meses por la zona. Chañaral de Aceituno y Mejillones son los lugares de zona de alimentación principales, en seis a ocho años que llevo acá estudiando nunca he visto una madre con cría, así que no es que sea zona de crianza, pero sí de alimentación.

¿Podría ser la ballena de aleta más propensa a colisiones que otras especies?

A nivel mundial hay estudios que determinan que la ballena que más muere por colisiones es esa especie. El por qué es difícil saberlo, todo apunta a sus zonas de alimentación, que cuando están desplazándose buscando alimento están concentradas en eso, quizá no prestan tanta atención a lo que pasa alrededor, y cuando las embarcaciones van rápido sufren la colisión. Hay personas que también dicen que se vincula con cómo están hechos los buques, con el motor atrás, y son buques de unos 400 metros de eslora, y que la longitud del buque enmascara el sonido del motor o de la propela. Por eso quizá el riesgo de colisión es mayor, porque las ballenas no se percatan que la embarcación está cerca. Pero es difícil saber por qué y hay varias hipótesis.

¿Qué otras amenazas enfrentan los cetáceos en la bahía de Mejillones aparte del tráfico marítimo?

El enmalle es la segunda causa de muerte de grandes ballenas, y de pequeños cetáceos también. Es cuando un cetáceo se enreda en una red, da igual si está a la deriva, es una red fantasma (equipos de pesca que han sido abandonados, perdidos o descartados) o estas redes que se ponen en la orilla para delimitar zonas de baño. Y la pesca incidental afecta bastante a la marsopa espinosa, que es el cetáceo más pequeño que tenemos acá. Son difíciles de ver porque son muy esquivas y pequeñas. En todo Chile no se pueden ver tan fácilmente como en Mejillones, debido a que tiene agua calma y está protegida de los vientos del sudoeste. Acá tenemos un sitio ideal para verla y estudiarla. Esta especie está catalogada como casi amenazada en América del Sur, y realizamos censos de abundancia para ver cuántas hay y cuál es su preferencia de hábitat. Hemos censado unas 70 marsopas que puede haber en la bahía, desde un individuo hasta en grupos de 70 ejemplares hemos visto. Esta especie se alimenta de anchoveta, así que por eso cae en las redes de cerco de pesca, por la competencia por el recurso alimenticio con el ser humano. No sabemos si son residentes porque es difícil hacer foto identificación de marsopas. Son muy esquivas y difíciles de fotografiar, pero tenemos algunas recapturas, pero en semanas, varias semanas, no entre años, así que no sé si decir si son residentes o no. Se observan todo el año también, se observan con crías, así que también paren a sus crías acá. Probablemente sí son residentes, pero no sé cuánto tiempo permanecen en la bahía.

¿Hay alguna posibilidad de explorar un acuerdo con la pesca como para hacer más amigable y sostenible esa actividad con la marsopa espinosa y otras especies más?

En el norte de Chile hay “ventanas” en las que las lanchas de la pesca industrial pueden pescar dentro de las cinco millas. De la costa a la milla uno está prohibido, pero de la uno a la cinco pueden pescar, cuando supuestamente en el resto de Chile pescan desde la milla cinco a la 200. Acá pueden hacer estas “perforaciones”, como también se les llama cuando entran dentro de las cinco millas. Y ahora salió la resolución hace poco de que está prohibida la pesca industrial dentro de las cinco millas. Sin embargo, lo que ha sucedido es que la pesca artesanal ha aumentado, porque la artesanal puede pescar de la milla uno a la cinco, incluso artesanal de menos de 12 metros con malla sardinera puede pescar dentro de la milla. Entonces tenemos lanchas de pesca artesanal de cerco dentro de la milla pescando sardina, pero no pescan sardinas porque su malla es anchovetera. Y el trabajo que Sernapesca tiene que hacer es fiscalizar el tipo de malla, así que ese es el actual problema. La anchoveta suele estar muy costera en Mejillones por las surgencias, y la lancha solo tiene que salir a la puerta de casa a pescar, no tiene que navegar millas buscando anchoveta. Ojalá que en algún momento esté protegida la bahía de Mejillones para la pesca de anchoveta, que sería lo ideal porque la bahía de Mejillones es una zona reproductora, donde la anchoveta desova y crece hasta el tamaño en el que luego sale a hacer su vida mar adentro. La anchoveta es la especie clave del ecosistema, todos los depredadores se alimentan de ella, pingüinos, delfines, casi todas las aves marinas, desde el gaviotín chico hasta la fardela, y por eso ojalá que protegerla, pero necesitamos más evidencia científica. De hecho, apenas hay evidencia científica sobre que es una zona reproductora de anchoveta. No es de la noche a la mañana, se necesitan datos robustos, investigación y hablar con autoridades para proponer esto. Y es algo complejo porque hay muchas personas y familias que viven de la pesca.

 

 

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