“La mayoría de las principales pesquerías de Chile conserva un estado crítico que debe encenderlas alarmas”

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Por: Tomás Moggia Cárdenas

En marzo de cada año, la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (Subpesca) debe publicar un informe sobre el estado de situación de cada pesquería que tenga su acceso cerrado, declarado en estado de plena explotación, recuperación o desarrollo incipiente. Y una de las conclusiones del documento publicado recientemente es que de las 28 especies sobre las cuales existe Punto Biológico de Referencia (PBR), 10 se encuentran sobreexplotadas (como la merluza común y la merluza austral) y 6 agotadas o colapsadas, que es el caso de la merluza de cola, la merluza de tres aletas, la sardina española (de Arica y Parinacota a Antofagasta; y de Atacama a Coquimbo), el alfonsino y el besugo. En tanto, tres especies se hallan subexplotadas y 9 en plena explotación.

Este informe representa una suerte de foto anual del estado de las principales pesquerías chilenas como para conocer avances o retrocesos, pero lo cierto es que los avances son prácticamente inexistentes. “Algunas especies se mantienen, muy pocas avanzan y la mayoría conserva un estado crítico que debe encender las alarmas”, explica César Astete, director de Campañas de Pesquerías de Oceana Chile, agregando que “en la situación específica de la merluza común, desde el año 2012, cuando comienza a publicarse esta información, nunca ha salido del estado de sobreexplotación. Más bien ha ido teniendo retrocesos en algunos años, como en 2014 y 2015, cuando se declaró en colapso”.

Para Astete, a estar alturas ya deberían estar en funcionamiento programas de recuperación de las especies sobreexplotadas o colapsadas. Y el informe revela también otro panorama preocupante: la deficiente información, o data pobre, de 17 pesquerías sobre las cuales no existe PBR, lo que implica en simple significa que se desconoce su estado de conservación real. Esto ocurre para las algas pardas como el huiro negro, huiro palo y huiro flotador, cuyos desembarques nacionales, según el mismo documento de la Subpesca, han presentado un aumento progresivo desde la década de los noventa.

¿Qué alcances podría tener el hecho de que en 17 pesquerías se desconozca realmente su estado de conservación?

Es preocupante debido a que la información científica colabora a la mejor toma de decisiones de manejo y fiscalización. En la mayoría de esas especies aún se utilizan sistemas indirectos de análisis donde su principal fuente de información son los desembarques. Se hace urgente avanzar en mayores recursos para investigación, sobre todo en especies como las algas pardas.

Se han establecido vedas en algunas pesquerías, pero eso no ha sido suficiente. ¿Qué otras medidas se requieren de forma urgente para recuperarlas? ¿Cuáles son los principales temas pendientes y por qué?

Una de las principales medidas pendientes para revertir esta situación es lo establecido en el Artículo 9 A de la Ley General de Pesca y Acuicultura, que se refiere a que los Planes de Manejo deben incorporar Programas de Recuperación que fijen metas y objetivos concretos. Dentro de este programa se pueden incorporar diferentes medidas, que pueden ir desde acciones directas sobre una especie o bien una política pública complementaria para la diversificación de ingresos de pescadores y pescadoras.

La información científica para tomar decisiones en algunas pesquerías existe, ¿qué hace falta para cambiar el estado actual de este panorama?

Existen pesquerías que tienen investigación de calidad y desde hace muchos años como la sardina común o el jurel, así como también algunas que se han comenzado a estudiar hace pocos años y su conocimiento aún es muy bajo, como la reineta y la jibia. Una medida que podría ayudar en esta dimensión es la integración de conocimientos desde la academia y la sociedad civil. En el caso de las universidades, hace pocos días se informó de la creación de una asociación de 9 centros de investigación cuyo objetivo será investigar la importancia del océano y su vinculación con el cambio climático. Sería interesante saber cuál será la integración de ese esfuerzo con lo que realiza la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura y el IFOP, por ejemplo.

¿Qué ha dilatado tanto la implementación de programas de recuperación de pesquerías?

No tenemos una razón concreta. Esperamos que las nuevas autoridades puedan dar la urgencia que se merece este tema, pues a nivel mundial son varios los ejemplos donde la recuperación revierte la tendencia negativa que hoy estamos observando, sobre todo en las distintas merluzas y su frágil estado de conservación.

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