Tunquén: un humedal en serio peligro

Por Julián Muggli

Fundación Tunquén Sustentable

El humedal, playa y dunas de Tunquén es uno de los poquísimos espacios del litoral central de Chile donde todavía se puede ver en toda su grandeza el imponente espectáculo de la naturaleza con un bajo nivel de intervención de carácter antrópico.

Lamentablemente, desde que comenzó la expansión urbana en la costa central no se ha tenido en cuenta el concepto de desarrollo sustentable. En consecuencia, la región sufrió la destrucción de gran parte de su litoral bajo la voracidad de algunos desarrollos inmobiliarios. El bosque esclerófilo fue casi totalmente destruido para ser reemplazado por plantaciones de pinos y eucaliptos. Las ballenas fueron vistas como un “recurso” y prácticamente exterminadas desde unos cuantos kilómetros más al norte, en Quintay.

La ubicación relativamente alejada de Tunquén de los grandes polos urbanos, así como el hecho de que sus playas no sean aptas para el baño, permitió que este rincón entre Algarrobo y Valparaíso se haya mantenido milagrosamente muy poco intervenido. El estero de Casablanca desemboca en este lugar dando vida al humedal de Tunquén, un espacio de agua dulce al borde del mar lleno de biodiversidad y de una belleza escénica única.

La Fundación Tunquén Sustentable lleva ya casi 20 años preocupada de evitar la intervención humana en la zona, batallando para que los derechos de agua no agoten el caudal del estero, poniendo en valor la belleza escénica y la biodiversidad del lugar, y generando conciencia en la población acerca de la necesidad de cuidar y proteger este rincón para las futuras generaciones.

En ese contexto, en 2004 se hicieron los estudios de línea base y, 10 años después, el humedal fue declarado Santuario de la Naturaleza gracias a los esfuerzos de la comunidad y a la comprensión y generosidad de la familia propietaria del sitio.

La Fundación asumió entonces el reto del “humedal ampliado”: aumentar el área de preservación más allá del humedal, incluyendo las laderas sur y norte, el campo dunar y el borde costero. De acuerdo con todos los informes técnicos de los organismos estatales, el humedal no puede subsistir si no se protege el entorno que lo rodea y se mantiene fuera de la zona a los intereses inmobiliarios.

Tras presionar y batallar durante más de tres años por el “Santuario ampliado”, el Ministerio del Medio Ambiente accedió en julio del 2021 a ampliar el área protegida, pero inexplicablemente dejó fuera de la nueva declaratoria a buena parte del ecosistema.

En total, fueron 144 hectáreas protegidas en el nuevo “Santuario de la Naturaleza Playa de Tunquén – Quebrada Seca”, pero 80 hectáreas corresponden al borde costero, sector que es un Bien Nacional de Uso Público, dejando solo 64 hectáreas efectivas de conservación. Es realmente una burla para todos y todas quienes luchan por el medio ambiente en el país. Los terrenos de las inmobiliarias, que quedaron fuera de protección (a conveniencia de éstas), se justifica, según el propio Ministerio del Medio Ambiente, debido a que existirá una “segunda etapa” en la que se buscará abrir un diálogo con sus propietarios para evaluar si es posible avanzar en una nueva ampliación, cosa muy poco probable.

Todo este escenario instó a abrir de inmediato conversaciones con los propietarios de estos terrenos para evaluar si se podía avanzar en una nueva ampliación, dejando en la práctica a los intereses inmobiliarios la llave de la protección total de la zona.

En fallos y dictámenes oficiales, tanto la Contraloría General de la República como los tribunales de justicia han señalado explícitamente que no es necesario el acuerdo de los dueños de los terrenos para que una zona sea declarada Santuario. Resulta inaudito que se pida autorización a los propios intereses inmobiliarios para declarar como Santuario un área que tanto el Consejo de Monumentos Nacionales como el propio Ministerio del Medio Ambiente reconocen como parte inherente del ecosistema.

Algunos propietarios, lejos de abrirse a conversaciones, ya están delimitando sus terrenos para diseñar construcciones frente al humedal, consumando un verdadero atentado ecológico.

Junto al daño ambiental irreparable, se suma la falta de criterio técnico al permitir la eventual construcción de viviendas en un sistema dunario que está incluso bajo el nivel de mar. El riesgo de tsunami es evidente, con el consiguiente riesgo para la vida de las personas. Los expertos ya han advertido que el cambio climático elevará el nivel de las aguas en algunas zonas de la costa, mientras tanto ya estamos viendo cómo San Alfonso del Mar, en Algarrobo Norte, es erosionado por las cada vez más comunes marejadas, cuya frecuencia e intensidad se espera que sigan en aumento. Hemos visto también cómo se inundan edificios nuevos en Los Molles y cómo las olas golpean a un edificio que se levanta sin sentido sobre las rocas a un costado del camino costero que une Reñaca y Concón.

¿Quién se hará cargo después si pasa esto en Tunquén? La naturaleza ya no puede verse como un simple recurso o un lugar para el desarrollo económico que beneficia a unos pocos.

El humedal de Tunquén, cubriendo toda la cuenca y con un correcto plan de manejo, debiera ser un orgullo para Chile; un lugar donde las escuelas rurales de Casablanca y Algarrobo puedan ir a conectar con la naturaleza, donde las nuevas generaciones se impregnen de vida y esperanza. Es también un oasis de vida donde cohabitan tanto la flora, la fauna y el reino fungi, entregando importantes servicios ecosistémicos a las personas, como la disponibilidad de agua y la regulación del clima, entre otros.

Parece inconcebible que los ciudadanos debamos luchar sin descanso para mantener protegidos estos lugares, incluso en contra de las instituciones estatales que debieran hacerlo y no cumplen con su trabajo.

Soñamos con un desarrollo sostenible para todos y todas, pero cuando la ambición individual prima por sobre la protección del medio ambiente, no nos podemos quedar de brazos cruzados. Seguiremos de pie para lograr la ampliación completa del Santuario de la Naturaleza Humedal de Tunquén.

Biografía

Julián Muggli es egresado de ingeniería en conservación de recursos naturales de la Universidad Austral de Chile (UACh), donde tuvo la oportunidad de vivir en Valdivia gracias a los estudios. Vecino de Tunquén desde que tiene memoria, se declara un amante de la naturaleza. Cree firmemente en que la protección completa del humedal de Tunquén es de vital importancia para la conservación no solo de este lugar, sino que de Chile en general.

contacto@fundaciontunquensustentable.cl

 

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