Por Carlos F. Gaymer
Profesor titular del departamento de Biología Marina de la Facultad de Ciencias del Mar de la Universidad Católica del Norte y también es Director del Centro de Ecología y Manejo Sustentable de Islas Oceánicas (ESMOI)
Los océanos cubren las tres cuartas partes de la superficie del planeta, proporcionándonos todo lo que necesitamos para nuestra vida en la tierra y albergando biodiversidad única, gran parte aún por descubrir.
Sin embargo, la actividad humana ha sido implacable amenazando los océanos a niveles nunca antes vistos, a través de la sobreexplotación pesquera, la contaminación, la destrucción de los hábitats, la introducción de especies invasivas y, por supuesto, el cambio climático.
Por eso la urgencia de alcanzar niveles de protección de los océanos que nos permitan mejorar su salud y mantener todo lo que proveen al ser humano.
En el pasado, metas como el 10% de protección de los océanos fue insuficiente, por eso en diciembre del 2022, durante la 15ª Conferencia de las Parte del Convenio de Diversidad Biológica, 188 países adoptaron el Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal donde, entre otros se acordó proteger de manera efectiva el 30% de los océanos para el 2030 (meta 30×30).
Dado que alrededor de un 39% de los océanos corresponde a aguas de jurisdicciones nacionales de los países (200 millas náuticas o 370 Km), se requeriría que todos los países con mar protegieran casi toda su zona económica exclusiva para lograr la meta 30×30, algo que es impensable, ya que la mayoría ni siquiera han logrado el 10% de protección.
Por eso, la protección de alta mar (fuera de las 200 mn) es la única posibilidad de alcanzar la meta 30×30 y hace fundamental el Acuerdo sobre Conservación y Uso Sostenible de la Biodiversidad Marina más allá de las Jurisdicciones Nacionales (BBNJ por su sigla en inglés), que fue adoptado a nivel global el 2023 y que Chile fue el primero en ratificar a nivel mundial, a través de la aprobación unánime por parte del Senado el pasado 16 de enero.
La alta mar alberga la mayor parte de la biodiversidad desconocida aun para el ser humano, pero que juega un papel fundamental en el funcionamiento de los océanos.
Sin embargo, aquí también existen numerosos recursos minerales, genéticos y pesqueros, cuya exploración y explotación está regulada por organismos internacionales como las Organizaciones Regionales de Pesca y la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos.
El acuerdo BBNJ permitirá, a través de una coordinación con estos organismos, avanzar en la protección de los océanos, alcanzar la meta 30×30 y encender una luz de esperanza para el futuro de los océanos y de toda la humanidad, en un momento donde los efectos del cambio global nos alertan de que si no se produce un cambio en como tratamos a nuestros océanos, el futuro será muy oscuro para las generaciones venideras.