Por John Barraza
Fundación Chile
El más reciente informe de la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (Subpesca), respecto a la situación de las principales pesquerías chilenas, reveló algo que los pescadores ya saben de sobra y confirman cada vez que vuelven del mar: los recursos marinos están en crisis.
Según el reporte “Estado de la situación de las principales pesquerías chilenas, 2022”, de las 28 pesquerías informadas, 29% se encuentran sobreexplotadas y 28% agotadas. Entre las agotadas están la merluza de cola, la merluza de tres aletas y la sardina austral, en tanto que las populares reineta y merluza común clasifican como sobreexplotadas.
La sobreextracción y el cambio climático se mencionan a la hora de analizar las causas de este descenso en las poblaciones marinas, en un fenómeno que es progresivo, cuyo impacto en las caletas se hace sentir con menores capturas, mayor esfuerzo de pesca, cuotas más restrictivas y continuas vedas para la recuperación del recurso.
En Japón, donde el consumo de pescado es parte de la dieta diaria, el descenso en las pesquerías se hizo patente hace décadas. A partir de esa crisis de abastecimiento, se desarrolló la acuicultura de siembra, generando planes intensivos de repoblamiento que permitieron recuperar especies como la seriola (yellowtail), el busugo y el atún.
¿Es posible aplicar en nuestro país el modelo nipón para recuperar las pesquerías? Desde el Centro Acuícola Tongoy (CAT), de Fundación Chile, sostenemos que sí, y que las condiciones son especialmente propicias en la región de Coquimbo, que es donde contamos con un hatchery capaz de proveer de juveniles de corvina nativa (Cilus gilberti) como especie principal, teniendo también la tecnología para la producción de otros peces y moluscos, resultado de más de cuatro décadas de desarrollo acuícola por parte de nuestra institución.
Si bien la corvina no está entre las pesquerías informadas por Subpesca, los reportes de desembarque muestran un continuo descenso en todo el país, y la región de Coquimbo no es la excepción. Los tradicionales restoranes y picadas de la costa coquimbana han ido reemplazando tanto la corvina como otras especies nativas por pescados de otras localidades de Chile, como la sobreexplotada reineta, que viaja desde la región del Biobío con un impacto en la huella de carbono del sabroso ceviche o el plato que se quiera disfrutar.
Establecer planes de repoblamiento para la corvina, y eventualmente para otros peces, es un camino para revitalizar las caletas de la zona; mejorar el acceso de la población a un alimento saludable, alto en proteínas y omega 3, y muy bajo en grasas; diferenciar la oferta de los restaurantes con un producto local y sostenible, y generar mayor atractivo para el turismo.
Gracias al desarrollo tecnológico impulsado por Corfo, a través de los PDACH (Programa para la Diversificación de la Acuicultura Chilena), sembrar el mar es hoy una posibilidad real para recuperar la pesca y la salud de los ecosistemas oceánicos. No la desperdiciemos.
Biografía
John Barraza es director del Programa Corvina de Fundación Chile.