Otras formas de conservación del océano

Bosque de Lessonia Trabeculata y bauncos en las cercanías del Refugio Marino de La Polcura, en La Ballena. Crédito: Rodrigo Sánchez Grez.

Por Felipe Paredes Vargas

WCPA – IUCN

El desafío de proteger al menos el 30% de las zonas costeras y marinas, establecido en el Marco Mundial Kunming-Montreal de la Diversidad Biológica, nos obliga a ser innovadores en las formas de asegurar la conservación de los ecosistemas marinos. Este acuerdo, cerrado luego de una larga negociación en diciembre de 2022, en su meta 3 propone diversas formas de conservación basadas en áreas, siendo la principal y más conocida, las áreas protegidas.

Sin embargo, el acuerdo además considera otras medidas efectivas de conservación basadas en áreas, u OMEC, que aportan a la conservación de la biodiversidad. Las OMEC por definición no son áreas protegidas, pero sí tienen resultados positivos de conservación de la biodiversidad. Esto se logra de manera intencionada, con objetivos de conservación claros, aunque sin querer ser área protegida, o de manera casual, no intencionada, en áreas que no tienen objetivos de conservación, pero que a través de su manejo y gobernanza sí conservan la biodiversidad.

Por ejemplo, áreas restringidas al acceso, como zonas sagradas de pueblos indígenas o bases militares con objetivos de defensa, al controlar el acceso o las actividades humanas logran que la biodiversidad se mantenga en condiciones inalteradas o con poca intervención. Si bien esta forma de conservación basada en área fue propuesta en la meta 11 del Acuerdo de Aichi en 2010, no fue hasta el 2018 que la Convención de la Diversidad Biológica (CDB) propuso su definición y luego la Comisión Mundial de Áreas Protegidas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (WCPA-IUCN) publicó una guía que definió los criterios para la identificación y reportes de éstas.

Los criterios básicos de las OMEC son: 1) no son áreas protegidas; 2) están geográficamente definidas; 3) son manejadas y gobernadas; 4) tienen resultados positivos de conservación; 5) se sostienen a largo plazo; y 6) conservan la biodiversidad in situ. Sin duda, éstos últimos criterios, de tener resultados positivos de conservación de la biodiversidad en el largo plazo, son los más relevantes, y son aquellos que los diferencian de muchas otras medidas basadas en áreas que no necesariamente aportan a la conservación.

En este sentido, las OMEC se «identifican» y luego los países las “reportan” como parte de sus aportes a las metas globales de conservación, complementando los avances en áreas protegidas. Así, las OMEC ofrecen otra mirada de la conservación, abriéndose a que otros sectores como la agricultura, la pesca o usuarios como los pueblos originarios, las fuerzas armadas, los privados u otros, aporten a la conservación.

En el ámbito marino, las oportunidades son amplias. Actualmente en el mundo existe mucho debate en torno a qué medidas basadas en áreas deberían ser consideradas OMEC, desde naufragios donde no se puede ingresar, plantas generadoras de energía eólica en el mar, hasta zonas de pesca de diferentes recursos y formas. Sin duda éstas últimas, las zonas de manejo pesquero, podrían tener mayor potencial como OMEC, siempre y cuando cumplan los criterios establecidos. Es importante que la identificación y reporte de OMEC se apegue estrictamente a los criterios, ya que de lo contrario podrían ser mal utilizadas por los países para contribuir a las metas globales reportando medidas basadas en áreas sin un mayor aporte a la conservación real de la biodiversidad.

EL ESCENARIO NACIONAL

En Chile se está comenzando el trabajo en OMEC, definiendo medidas basadas en áreas para evaluar su potencial aporte a la conservación. En conservación marina, se ha puesto la mirada en dos figuras: las Áreas de Manejo y Explotación de Recursos Bentónicos (AMERB) y los Espacios Costeros Marinos para Pueblos Originarios (ECMPO). El proceso de identificación de las OMEC es caso a caso, sitio por sitio, por lo que no todas las AMERB o EMCPO necesariamente van a aportar a la conservación.

En el caso de las AMERB, existen evidencias de que algunas sí aportan a la conservación de la biodiversidad marina. Por ejemplo, la experiencia de los Refugios Marinos, que son áreas pequeñas dentro de las AMERB y donde no se extraen recursos pesqueros bentónicos como locos, erizos, lapas o algas, es promisoria, ya que cumplirían con los criterios OMEC y cuentan con evidencia científica y datos de monitoreos que demuestran que la biodiversidad marina se mantiene a niveles similares de áreas protegidas sin captura (no-take) o totalmente protegidas (fully protected). Estas AMERB, además, son manejadas y tienen gobernanzas claras.

Por otra parte, los EMCPO podrían potencialmente ser OMEC, pero aún falta información sobre su manejo, gobernanza y resultados positivos de conservación. Ambas potenciales figuras de OMEC marinas en Chile son interesantes, pero necesitarán de fortalecimiento de capacidades, de acompañamiento e incentivos a las comunidades locales, pescadores artesanales y pueblos originarios para que sean reconocidas y luego reportadas como parte de sus aportes a las metas globales de conservación.

El camino de la conservación marina fuera de las áreas marinas protegidas recién comienza. Es importante que el país reconozca estas otras miradas de conservar el océano y atraiga a otros sectores y grupos a ser un aporte a la conservación. El océano y las comunidades lo agradecerán.

Biografía

Felipe Paredes es biólogo marino de la Universidad de Valparaíso, Master of Arts in Marine Affairs de la University of Rhode Island, y PhD en ecología marina de la University of Maine. Posee más de 20 años de experiencia en investigación científica y políticas públicas en conservación marina. Actualmente lidera la agenda global de áreas marinas protegidas en la World Commission of Protected Areas (WCPA) de la UICN. Fue durante años coordinador de las áreas marinas protegidas de Chile en el Ministerio del Medio Ambiente. Tiene amplia trayectoria en conservación marina, liderando los procesos de creación e implementación de áreas marinas protegidas en Rapa Nui, Juan Fernández, la Patagonia chilena, entre otros.

Compartir

Más columnas

de opinión

09 de marzo, 2022

Eutrofización de la zona costera marina en Chile: una amenaza grave y silenciosa

Por Ernesto Ortiz

01 de marzo, 2022

Avistamiento responsable de cetáceos

Por Bárbara Toro y Gabriela Mallea

03 de agosto, 2021

Marejadas y Cambio Climático

Por Manuel Contreras López

04 de marzo, 2024

El tratado de BBNJ, única vía para lograr metas globales de protección que se requieren para mantener los océanos

Por Carlos F. Gaymer

08 de octubre, 2021

“Playas sin Autos”: sensibilizando en torno a una amenaza que recae sobre las aves playeras migratorias

Por Franco Villalobos